Juramento [Ivory] // Credo [Casiopea]

Juramento // Ivory


El café está frío. La cama también. Y yo, como no. Pero eso no es raro. Debería ser normal. Es lo adecuado, es lo que siempre he sentido. Y lo que siempre sentiré. Lo que juré que sentiría. Y yo siempre cumplo mis promesas.

Y ahora me siento sola. Sola, ausente. Muy sola. Horrible, jodida, y asquerosamente sola. Y eso no debería ser un problema. Es como siempre he estado. Nunca ha habido nadie en ese sentido. Y nunca habrá de haberlo. Sería un problema si lo hubiera. Me impediría realizar mi trabajo.

Empezaría a cuestionarme si mi trabajo realmente merece la pena, si mi trabajo es lo que quiero. Empezaría a cuestionarme sentir algo más que odio, o cariño por alguien. Empezaría a cuestionarme si realmente sería tan... tan jodidamente terrible dejarme llevar sin pensar, dejarme caer en los brazos de alguien, dejar que me mimasen, me quisieran. Que me llevaran el desayuno a la cama y que por las noches me abrazaran hasta quedarme dormida. Que me compraran vestidos de mi talla sin haberme preguntado. Sentirme una reina, y serlo verdaderamente.

Pero no lo soy. Y no voy a serlo. No soy una reina, ese no es mi lugar. Nunca seré nada mas que alguien con quien compartes la cama. No debo ser nada más. Sería peligroso. Me haría plantearme que podrías quererme, quizás. Y eso me haría sentir algo que no debo. Que juré que no sentiría. Y no voy a faltar a mi juramento. Jamás. No es un lujo que alguien como yo se pueda permitir.


Credo // Casiopea


Creo en las mujeres.

Creo en el poder de una nueve milímetros apuntándote a la garganta.


Creo que la tortura es un medio como otro cualquiera de alcanzar tus objetivos.

Creo que no hay juicio justo y que todos tenemos algo por lo que morir.

Creo que Dios es un hijo de puta.

Creo que el diablo no es tan malo como lo pintan.

Creo que a veces no sirve de nada hablar.

Creo que hay gente que no sabe apreciar una buena comida en el plato y un buen polvo en la cama.

Creo que hay gente que no merece lo que tiene y gente que no tiene lo que merece.

Creo en el amor y la obsesión.

Creo en el poder de un café recien hecho.

Creo que ninguna mujer debe llorar jamás por un hombre.

Creo que unas pocas hostias a tiempo salvarían civilizaciones enteras.

Creo que si pegas a un niño eres un hijo de puta. Si pegas a tu mujer mereces que te corten las pelotas.

Creo que soy la mejor en lo que hago.

Creo que lo que hago no es lo mejor.

Creo que no soy humilde. No me hace falta.

Creo que cuando llamas puta a una mujer insultas a un gremio y mereces que te cuelguen de los huevos.

Creo que la mayoria de los tíos que se la machacan pensando en una mujer sin atreverse a acercarse son imbéciles.

Creo que la mayoría de los hombres son gilipollas.

Creo que no son necesarias ocho horas de sueño.

Creo que las niñas son mucho mas inteligentes que para jugar solo con una Barbie Malibú.

Creo que las mujeres florero son muy inteligentes.

Creo que hay una buena razón para casi todo, pero si pegas a una mujer para sentirte superior me estás dando una razón para empalarte.

Creo que la inmortalidad es relativa.

Creo que la verdad es relativa.

Creo que la relatividad es relativa.

Creo que no soy la mejor persona que conozco.

Creo firmemente en que algún día algún hombre despertará y se dará cuenta de que su sexo es imbécil, con honrosas excepciones.

Creo que algún día alguna mujer despertará y comprobará que es más y mejor que cualquiera que se le ponga por delante.

Creo... que si no vives el momento...

no mereces seguir viviéndolo.



Dos extractos de dos de mis chicas preferidas. Hacía un tiempo desde la última vez por aquí.

Mrs. Mouse, bite that book!

Disclaimer: Yo me pertenezco, yo me fotografio, yo me visto, yo me sobo y YO me hago las orejas, so... Enjoy!





Mouse, mouse, mouse

Winkin' Mouse!

Another Mouse

Curious Mouse

Mouuuuuse

O Mouse

Mouse?

BookwormMouse

Drabble [Sweenett, +18]

Disclaimer: No me pertenecen, blablabla, sin animo de lucro y todo eso. Necesitaba escribir algo con Kashmir, y con cortes, y mucho sexo y esas cosas guarras.



"Nellie, ¡no te metas en los pantalones del lobo!", eran las palabras que mejor recordaba Mrs. Lovett, mientras sentía la cuchilla de Mr. Todd deslizarse por su clavícula, dejando un rastro borgoña inconfundible. Palabras que emergían de algún lugar de su mente, y que intentaba acallar, maldita sea la conciencia. Palabras que se entremezclaban con sus gemidos, en la boca de Mr. Todd, rodeando su lengua y llevándola a su particular Nirvana. Nellie sabía que aquello no significaba nada para Mr. T, que ella no significaba nada para él. Podría estar proporcionándole carne fresca para una nueva remesa de empanadillas en vez de cortes, mucho sexo y más placer. Podía oír su respiración, que empezaba a notarse cargada, sentir su lengua contra su cuello, seguida de otro corte de su navaja de afeitar, suave, doloroso, dominante, egoísta, y terriblemente placentero.

-Mrs. Lovett... no es correcto que una señora respetable, y de su posición, gima como un gatito lastimero cada vez que mi navaja la toca...

Ronroneaba aquellas palabras en su oído, introduciéndose en ella y retorciendo cada terminación nerviosa, bajando hasta su vientre y subiendo de nuevo, exhalando violencia, seducción. Ni siquiera la estaba tocando demasiado, pero ella temblaba como una hoja en invierno, suplicando que la tocara un poco más, sólo un poco más. Sus dedos desataron su corsé, lanzándolo indecentemente lejos, para pasar a rodear su cintura con sus manos, que volvieron a subir a tu cuello, apretándolo, sublimando sus sentidos, cortando todo pensamiento que no estuviera centrado en él, en sus manos, en sus navajas, en los cortes, en lo que te iba a hacer, y en lo que ya te estaba haciendo.

-Mrs. Lovett... mi querida Nellie... Mrs. Lovett... ¡¡¡MRS. LOVETT!!!

Aquellas palabras fueron como un jarro de agua fría, despertándola de su maravilloso, fantástico y altamente satisfactorio sueño lúcido. Mr. Todd estaba allí, en su puerta, esperando su comida, que ya iba media hora tarde. Suspiró, mientras trataba de retener los mordiscos de Mr. Todd en su clavícula, se levantó a prepararla. "Nellie, soñar es malo para la salud. Soñar con que tu inquilino, que además de ser un asesino es un cabrón, es terrible para conciliar el sueño".

Ich will deine Seele [3/3 SadiqxHeracles]

Disclaimer: Por fin, la ultima parte, la mas mejor, la mas hardcore, la mas... Sadiq(a). Como siempre, no me pertenecen, blabla, blabla, bla.


Ich will deine Seele
Drück dich an mich
Ich will deine Seele
Lass mich in dich
Ich will dein herz

Sabes que el griego jamás va a perdonarte esto, y que va a ser un cargo de conciencia el resto de tus días. Sabes que esto no está bien, pero es demasiado tarde para echarte atrás. Y tampoco quieres hacerlo. Sabes lo que te está rogando con esa mirada llena de falso odio. Y no puedes evitarlo, ni vas a intentarlo si quiera. Acercas tus labios a los suyos, y le provocas, lento, con movimientos deliberados, muerdes su labio inferior hasta dejarlo rojo, hinchado, y jadeando. Te apartas, le miras, tiene los ojos casi cerrados, y te mira, mientras respira cada vez más hondo, intentando controlarse.

-No tienes por qué controlarte, vas a disfrutar esto tanto como yo.

No tenías que haberle provocado tanto, te ha escupido. Muy bien, si quiere guerra... Guerra tendrá. De manera violenta e inmediata, le atas al cabecero de la cama, sin dejarle opción a mover los brazos, y pasas a inmovilizarle las piernas, una a cada lado de la cama. Te paras a mirarle, de arriba abajo, devorando cada centímetro de su piel sin rozarle si quiera, haciéndole saber que ahora, ahora si que te ha cabreado, y que lo va a sentir. Mucho, y muy profundo.

Llevas tu mano a su trasero, y empiezas a provocarle, sin rozar su entrada, y notas como se arquea, e involuntariamente, te pide más. Niegas con la cabeza, y te agazapas sobre él.

-Voy a hacer que gimas mi nombre y me ruegues que te toque, que te folle, que te haga mío.

Sonríes, y te retiras, para coger una pluma de pavo real. Empiezas a pasarla, divertido por su torso, sin llegar a su pelvis, descubriendo sus puntos erógenos, y, como no podía ser menos, insistiendo en ellos, soplándolos, mordisqueando su piel, solo un poquito, solo hasta ver como se muerde el labio inferior, intentando impedir que los gemidos salgan de su boca. Pasas la pluma por su cuello, bajando a sus pectorales otra vez, torturándole de manera suave, provocando que tome conciencia de cada centímetro que con ella recorres, y sintiéndola cada vez más. Entonces, le miras, aún sigue sin gemir, sin aceptar la evidencia que ves entre sus piernas. Si no ha querido por las buenas... bien, será por las malas.

Le das la vuelta, poniéndole casi a cuatro patas, y aseguras las cuerdas. Te levantas, y coges una de las velas que alumbran la tienda, llendo con ella a la cama. Te colocas detrás de el, y después de mordisquear a lo largo de toda su columna vertebral, llegando al coxis, dejas caer un poco de cera ahí. Obviamente, el griego protesta, con algo parecido a un gemido mezclado con un gruñido. No le ha dolido, lo sabes, la cera no está tan caliente. Empiezas a dejar caer más cera en sus nalgas, cada vez más cerca de su entrada, y notas como no puede evitar unos jadeos. Soplas la cera que has dejado caer, haciendo que se enfríe, y la retiras con delicadeza, sin hacerle daño. Con la piel sensible como está ahora, aprovechas para lamer, como un gato, pasándole la lengua por todos los sitios donde antes había cera, para llegar finalmente a sus testículos, donde había una pequeña gotita. Los lames, pasando la lengua por todas sus esquinas y recovecos, dándole un pequeño mordisco, que le provoca un gemido. Sonríes, te pones sobre el, haciéndole sentir tu erección en su entrada. Empiezas a lamerle el cuello, y entonces, sin avisar, se la metes hasta el fondo. Gime, de dolor. Te sientes un poco culpable, pero bueno, se lo tiene merecido. Inmediatamente la sacas, y bajas, besándole la espalda, hasta llegar a donde tanto le ha dolido, y se lo lames, sin delicadeza, sin florituras y sin chorradas. Mientras tanto, empiezas a masturbarle, apretándole en la base, moviendo la mano arriba y abajo. Le oyes gimotear, gemir, gruñir, y finalmente hablar, solo para maldecirte en griego. Entonces, te apartas, sólo para observarle. No le tocas, sólo le miras. Sonríes, y empiezas a contar de veinte hasta cero. Cuando has llegado a cinco, le oyes susurrar:

-... No vas a... ¿seguir?

Vuelves a cubrirle con tu cuerpo, y lamiéndole el lóbulo de la oreja, le dices, sugerente, como tú sabes,

- Pídemelo.

Le oyes tragar saliva, y decir

- Por... ¿favor?

Le muerdes el cuello

- ¿Por favor qué? ¿Qué quieres que te haga?

Ves como araña las sábanas, y se estremece cuando le lames desde el cuello hasta la nuca

-Quiero que sigas

Sonríes, y le acaricias el trasero con una mano

-¿Seguir con qué, Heracles? ¿Con esto?

Mueves dos de tus dedos hasta su entrada, deslizándolos hacia dentro.

-¡Sí, joder, si!

Te lo dice cabreado y entre gemidos, pero no es suficiente... aún.

-¿Y qué más quieres que haga?

Dejas inmediatamente de mover los dedos dentro de el, pero los dejas ahí, haciendo presión.

-... Quiero que... Quiero... Quiero que me...

Sonríes y le susurras, con la voz ronca,

-Dilo, Heracles. ¿Quieres que te folle?

Oyes su respiración pesada, sientes como su pecho sube y baja con la respiración, y vuelves a mover los dedos, poco a poco, esperando su respuesta.

-Sí... Quiero que me... folles... ¡YA JODER!

Sin esperar a que cambie de opinión, sacas tus dedos y vuelves a penetrarle, de manera más lenta esta vez, dejando que te sienta con más calma, moviendote poco a poco.

-¿Así?

-Mas fuerte, ¡hostias!

Sonríes, y desatándole las manos del cabecero, te lo colocas encima, agarrando sus caderas, y marcando un ritmo más feroz, más rápido, más profundo. Le lames el cuello, le muerdes la espalda, haces que gire la cabeza, y te bese. Y es uno de esos besos, de los vuestros, con desesperación, con lujuria, con rabia, con deseo.

-Des... Desátame

Si te lo pide así, entre gemidos, con la cara roja, y casi sin poder respirar... No puedes negarte. Cortas las cuerdas que le tienen atado, y le haces volverse contra ti, para poder besarle mejor. Y masturbarle mejor. Y joder, para ver esa cara de éxtasis que te vuelve loco. Empieza a comerte la boca, y luego baja hasta tu cuello, que mordisquea, lame, succiona, marca a fuego con su lengua.

Le follas, le follas hasta dejarle seco, y el te besa, hasta drenarte entero. Os abrazáis, os arañáis, os insultáis, te ruega más, le pides una revancha. Le susurras, te grita, le muerdes, te lame, le provocas, te reta, sonríes, gime, gritáis, jodéis. Matarías por más, y él te matará si le haces esto a otro. Te consumirás hasta volver a tenerle entre tus brazos, pero hasta entonces...

Su alma, su cuerpo, y sus labios. serán tuyos.



Du spielst Gott [2/3 HeraclesxSadiq]

Disclaimer: Matadme, soy una mala puta, no he actualizado, lo sé. Vale, ahora, volvamos a lo que a mí realmente se me da bien, lo que realmente me gusta: Vamos a hacerle sufrir! Por supuesto, ellos no me pertenecen, blahblahbla, sin ánimo de lucro, blahblahblah, y todo eso.


Du spielst immer wieder Gott mit deiner Macht

Du spielst immer wieder Gott, der mich verlacht

Sentiste como el polvo entraba por tus fosas nasales, copándote la respiración, mareándote, notando como llegaba hasta la garganta. El turco retiró la mano entonces, dejándote respirar, toser, aunque ya era demasiado tarde como para intentar escupir el polvo. No sabías lo que era, no querías saberlo, pero te estaba afectando. La respiración, cada segundo más pesada, la consciencia alterada y subyugada, los parpados bajaban, tú no oponías resistencia ninguna, no podías ponerla.

Sabías donde estabas, sabías lo que pasaba, y mierda, no podías hacer otra cosa que no fuera ponerte cachondo mientras notabas la lengua del turco en tu cuello, dejando un camino de saliva hasta tu clavícula. Y mordió, clavándote los dientes, acariciándote con la lengua, haciendo que sintieras todos y cada uno de los movimientos de su lengua, de sus manos, de sus dedos, que te sostenían, apretándote contra el. Podías notarle en tu espalda, podías sentir su aliento, oler su sudor, mezclado con el tuyo. Sus manos, que subían y bajaban por tu pecho, provocándote, marcándote a fuego.

No tenías remedio, nunca lo habías tenido cuando él estaba cerca. Y ahora, atado, sumiso, sin posibilidad de resistirte, totalmente rendido, contra todo pronóstico y pisando tu orgullo, sabías que el turco iba a joderte. Y te iba a joder bien. Y te iba a gustar. Y lo ibas a disfrutar. Y, qué cojones, lo estabas disfrutando. Habías empezado a echar el cuello hacia atrás, podías imaginarte su sonrisa de satisfacción cuando te lo mordió, justo en la yugular, succionando, fuerte, sin clemencia. Como pudiste imaginarte el gesto tirano en su cara cuando te pellizcó los pezones, a estas alturas ya duros como piedras, y ahogaste un gemido, ronco, nacido del fondo de tu garganta. Y entonces, el muy cabrón, te susurró al oido, con voz melosa, ronca, puro sexo:

-Voy a follarte, y vas a disfrutarlo...

Mordiendo el lóbulo de tu oreja derecha, deslizó su lengua, moviéndola hasta la base de tu nuca, donde volvió a morderte.

-Vas a pedirme de rodillas que vuelva a hacértelo...

Susurrándote, el muy cabrón, lo que iba a hacerte, paso por paso, punto por punto. Segundo tras segundo, cedías un poco más, sólo un poco. Como el felino que era, se deslizó, colocándose delante de ti, y te quitó la venda de los ojos, mientras con una mano te atraía hacia él. Y los viste, sus dos esmeraldas, destellaban, brillaban. Eran ojos de tigre, o tal vez de algo peor, más agresivo, y aún más sigiloso. Eran lujuria, pasión turca elevada al extremo. Eran deseo, deseo contenido, y rabia. Prometían dolor, un infierno dorado, y placer, un nirvana tortuoso.

Tu le miraste, vaya si le miraste. Odio, rabia, pasión, orgullo desmedido. Todo y nada, siempre y nunca. Deseo, ansia. Querías comerle la boca, y eso era un hecho. Querías darle la paliza de su vida, y eso también era un hecho. Pero tal vez, lo más increíble de todo aquello, era que te estabas derritiendo, y a punto de rogarle, que se callara de una puta vez y te la metiera hasta el fondo.


Leather


No es cuero de verdad, no es ni siquiera un buen sucedáneo, pero creo que es de mis autorretratos favoritos.



Ich will.

Oh si, entrada de autocompasion a las ocho de la mañana antes de ir a Correos a enviar paquetes.


Quiero ropa nueva
Quiero un cuerpo nuevo
Quiero una cama nueva
Quiero ser capaz de seguir una rutina de ejercicios para poder estar medio decente
Quiero aprender a maquillarme
Quiero aprender a vestirme
Quiero aprender a quererme
Quiero aprender a cocinar Borsch
Quiero aprender a hablar, escribir y leer en Ruso
Quiero echar un polvo de esos que te dejan jodidamente satisfecha
Quiero chocolate
O en su defecto un polvo con chocolate. O chocolate en polvo.

Quiero... querer menos cosas.